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Opinión: El final de la búsqueda de Kony es un golpe para las víctimas

Un grupo de teatro de Uganda representa el drama vivido en la ciudad de Abia y describe los presuntos crímenes cometidos contra varias comunidades locales © ICC-CPI
Author: 
Oryem Nyeko
Han pasado doce años desde que la Corte Penal Internacional (CPI) emitió sus primeras órdenes de arresto contra los comandantes del Ejército de Resistencia del Señor (ERS) por crímenes de guerra y lesa humanidad en el norte de Uganda. Mientras las tropas ugandesas y estadounidenses abandonan la búsqueda del líder del ERS Joseph Kony, Oryem Nyeko del Justice and Reconciliation Project explica el impacto que esto producirá en las víctimas que se dejan atrás y explica por qué ahora los recursos deben destinarse a las mismas.

Aunque han pasado 22 años desde que el Ejército de Resistencia del Señor (ERS) acorraló, persiguió, secuestró y masacró a cientos de personas en un centro comercial en la ciudad de Atiak en Uganda, la comunidad sigue conmemorando cada año a sus víctimas de ese fatídico día en abril de 1995.

Cada año, se realizan oraciones en memoria de la masacre en un colegio primario a pocos metros de donde esta ocurrió. Entre los asistentes, hubo gente de todos los rangos de edad, desde niños demasiado jóvenes para recordar la guerra de 20 años, hasta ancianos que siguen recordando a sus seres más amados que desaparecieron pero todavía no se sabe dónde están. Otros asistieron para demostrar su solidaridad para con las víctimas y sus familiares.

El objetivo de estos eventos conmemorativos en el norte de Uganda es normalmente doble. Por un lado, permiten a la comunidad mostrar su respeto a las numerosas víctimas de la guerra del gobierno contra el ERS. Por otro, permiten que la comunidad se reúna para contar sus historias y experiencias. En cierta manera,  representan una vía para recordarle al gobierno y a otros actores lo que allí ocurrió y la necesidad de justicia y reconciliación.

Este tipo de eventos son muy importantes en una región donde las esperanzas de obtener reparaciones para reparar años de conflicto son altas. Pero los progresos son muy lentos aquí. Por ejemplo, el gabinete ugandés ha retrasado durante años una política nacional de justicia transicional con el fin de brindar los medios para un programa de reparaciones, comisiones de la verdad y justicia tradicional, entre otras medidas, sin que se informe cuándo podría hacerse realidad.

Aunque hemos visto avances desde el punto de vista de la justicia en el actual proceso judicial contra los presuntos comandantes del ERS Thomas Kwoyelo y Dominic Ongwen todavía quedan muchas cosas por hacer. El juicio de Thomas Kwoyelo ante la División de Crímenes Internacionales del Tribunal Supremo de Uganda está cargado de retrasos, mientras el juicio de Dominic Ongwen ante la CPI, a pesar de avanzar, no refleja del todo el alcance de las atrocidades cometidas y el tipo de autores que existieron en la guerra del Gobierno de Uganda contra el ERS.

Así que con la noticia de que las tropas de Uganda y EE.UU se estaban retirando de Uganda y de la búsuqeda de su líder rebelde Joseph Kony, las esperanzas de las víctimas como las de Atiak volvieron a verse amenazadas. Esta noticia se produce aún considerando el hecho de que Kony todavía es sujeto de una acusación de crímenes de guerra y lesa humanidad por la CPI.

En Uganda, las nociones de justicia internacional ya son bastante débiles debido al lento avance de los procesos de justicia transicional y a las fuertes críticas que reciben las instituciones como la CPI. Con esta retirada, sin embargo, se reducen las aún más las posibilidades para una rendición de cuentas y para hacer efectivas las reparaciones de las víctimas.

Las razones esgrimidas para la retirada de tropas tampoco ayuda. Las fuerzas de Uganda han tomado la decisión de dejar de buscar al ERS porque su misión ya “está archivada”. Y esto es problemático, porque refuerza el mensaje enviado a las víctimas de crímenes atroces que se le adjudican a Kony, y a las comunidades afectadas, de que la rendición de cuentas por los crímenes cometidos durante la guerra no es una prioridad.

La comunidades del norte de Uganda escucharon y son conscientes del significado de este tipo de mensajes. Muchos han empezado a entender que deben depender de sí mismos para obtener reparaciones en vez de depender de otros. Este año, por ejemplo, las oraciones por la memoria en Atiak se enfocaron en la empoderación económica de la comunidad. Durante la ceremonia, un líder religioso instó a la comunidad a “encontrar nuevos caminos para trabajar juntos por un futuro mejor.”

Pero ¿deben las víctimas y comunidades afectadas de Uganda estar en un espacio en donde no cuentan con nadie más que con ellas mismas? Para responder a esta pregunta, el debate sobre la rendición de cuentas, la justicia y la reconciliación debe ser trasladada a las personas que más afecta. Si, por ejemplo, el tiempo y todos los recursos económicos y logísticos que se invirtieron en la búsqueda del líder del ERS hubiesen sido utilizados para apoyar a las comunidades afectadas como la Atiak en su búsqueda de justicia, se habrían visto resultados. La rendición de cuentas por los crímenes cometidos no puede ser un área más del programa de reparaciones del que las comunidades del norte de Uganda no puedan depender.

Oryem Nyeko trabaja en Justice and Reconciliation Project en Gulu, Uganda. Puedes leer más en su twitter: @oryembley.

Lea más información sobre la investigación de la CPI en Uganda.

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