Title: 

El mundo sigue siendo todavía un lugar peligroso para las mujeres

En este artículo de la Open Society, Kelly Askin escribe sobre sus esperanzas de que en el futuro las mujeres vean sus derechos protegidos y que se avance en los esfuerzos para prevenir y castigar los crímenes atroces que se cometen contra ellas.

 

El fracaso en todo el mundo en la prevención y el castigo de la violencia sexual es peor que horrible—es vergonzoso. El denominado Estado Islámico (“denominado” porque no reflejan en absoluto los valores principales del Islam y ciertamente no son un Estado) mata, viola, esclaviza y obliga a  “casarse” a miles de millones de mujeres y niñas en Irak y Siria. El grupo terrorista Boko Haram secuestró a cientos de niñas en una escuela en Nigeria. La violación y la esclavitud sexual es un mal endémico en la República Centroafricana. Grupos armados en la República Democrática del Congo (RDC) continúan cometiendo violaciones en masa con total impunidad. Desde Francia a China, India a Kenia, Bosnia a Reino Unido, Colombia a Burma, o Sudán a Rusia—para ser más específicos en todas las regiones del mundo—la violencia sexual dentro y fuera de los conflictos ocurre más a menudo de lo que se informa.

En Estados Unidos y en Europa, las violaciones en los campus universitarios están a la orden del día. Millones de mujeres y  niñas son objeto de tráfico para ser explotadas sexual o laboralmente. Los hombres y los niños también son objeto de asaltos sexuales, sin embargo las mujeres y las niñas están mucho más expuestas, debido en parte por su capacidad reproductiva. El enjuiciamiento de este tipo de delitos está en un nivel muy bajo en todos los países de la Tierra.

En los 20 años que llevo trabajando para perseguir la violencia sexual a nivel internacional, se han organizado numerosas huelgas reconociendo este tipo de violencia contra las mujeres y las niñas como un arma de guerra, tales como la violencia en los crímenes de guerra, de lesa humanidad o genocidio. Los tribunales internacionales ya ha condenado a algunos individuos por violación, esclavitud , esclavitud sexual, matrimonios forzosos, torturas, persecuciones, y otro tipo de crímenes relacionados con la violencia sexual.

De hecho, los Tribunales Penales especiales para la antigua Yugoslavia y Ruanda, y el Tribunal especial para Sierra Leona han avanzado mucho en lo relativo a la jurisprudencia de género, y han tenido a mujeres en posiciones de liderazgo entre sus filas. Los tribunales no permanentes como el de la RDC han adjudicado cientos de casos de violación. Las Salas Extraordinarias de los Tribunales de Camboya recientemente elevaron cargos por violaciones presuntamente cometidas por los Jemeres Rojos.

Cientos de miles de atrocidades sexuales siguen sin ser denunciadas, investigadas, enjuiciadas o castigadas. Los datos son descorazonadores, en sus trece años de historia, la Corte Penal Internacional (CPI) ha condenado a una sola persona por el crimen de violación, a pesar de las miles de violaciones que han sido denunciadas y están bajo su jurisdicción. Eso sí, La CPI adoptó un documento político que situa los crímenes sexuales y de género entre una de sus prioridades.

Evaluando la situación actual de las mujeres de todo el mundo para el Día Internacional de la Mujer de 2016 (8 de marzo), queda claro que hemos avanzado muy poco en la respuesta que damos a esta forma de violencia. Esta cuestión incumbe a nuestros gobiernos, ciudadanos, militares, policías, familias, centros médicos, vecinos, educadores, y organizaciones, entre otros agentes, y debemos redoblar los esfuerzos para establecer la rendición de cuentas por la violencia cometida contra la mitad de la población. Las Naciones Unidas, los países y los donantes deben invertir muchos más recursos y energía en poner fin a esta lacra social. Las legislaciones internacionales y nacionales que deben proteger a los civiles de los asaltos sexuales, su protección debe ser reforzada y los gobiernos deben perseguir a los responsables de este tipo de delitos cometidos contra sus ciudadanos o en su territorio, incluyendo los casos en los que este tipo de violencia sea cometida por funcionarios. La CPI y otros tribunales internacionales deben asegurar que los crímenes de género sean efectivamente perseguidos y sus autores capturados, así como la Fiscal de la CPI debe implementar de forma rigurosa el documento político sobre este tipo de crímenes.

Ya se ha puesto en marcha numerosos esfuerzos para menoscabar los derechos y libertades conseguidos hasta ahora por las mujeres a través de una ardua lucha durante los últimos años. Está globalmente reconocido que la violación y otras formas de violencia sexual se están utilizando de forma intencionada como armas de guerra por su efectividad aterrorizando, dañando e incluso destruyendo a grupos más que a individuos. Hasta que esta práctica disminuya, a saber castigando y estigmatizando a sus autores y responsables, los avances en materia legal no podrán materializarse.

Es realmente preocupante que en pleno 2015 se sigan cometiendo todo este tipo de modalidades de violencia sexual, y es igualmente preocupante que este tipo de crímenes tengan tan baja probabilidad de terminar con la condena de sus culpables. Si queremos que la situación mejore para las próximas generaciones, debemos invertir directamente en los esfuerzos para prevenir y castigar este tipo de crímenes y considerarlo como una prioridad. No será fácil a la luz de las guerras, terrorismos, religiones extremistas, propaganda, actitudes arcaicas y la indiferencia que tenemos que enfrentar en estos días. Pero, debemos perseverar en nuestro objetivo por el bien de la humanidad.

Este artículo se publicó por primera vez en la Open Society. Hasta julio de 2015, Kelly Dawn Askin fue consejera legal de justicia internacional para la Open Society Justice Initiative.